Hoy 6 de Agosto mi ciudad cumple 474 años, fecha
y cifra que al menos el 70% de sus habitantes desconoce o ignora. Bogotá
celebra su onomástico hecha ruinas, destrozada por años de invasiones, perdida
su cultura, perdida su identidad, gobernada por foráneos. Esta ciudad no es un
crisol de culturas es el pozo séptico de Bacatá.
Bogotá cumple años gobernada por un remedo de
alcalde, que no tuvo ni siquiera la decencia de nacer en esta tierra.
Bien llamado Petro - de la raíz latina Piedra - es como una piedra en el
zapato, como un cálculo en un riñón. Con un pasado y un presente oscuros es un
personaje nefasto. Exguerrillero, pusilánime incluso como disidente fue
encarcelado, juzgado y condenado por posesión y porte ilegal de armas siendo
concejal de Zipaquirá. Se acogió a una amnistía bajo las banderas del M-19 pero
el delito por el cual fue condenado, aparentemente, era asunto juzgado,
situación por la cual está siendo investigado. Mal político, lleno de ideas
volátiles es un pésimo ejecutor, destructor de minorías, palanca del
conservatismo, de lengua viperina y lastimero quejido. Vendió su voto para
procurador al mejor representante de la ultraderecha conservadora que
supuestamente combatía como guerrillero. Situación que le valió el apoyo de
éste en la investigación que debería terminar con su destitución. Se auto
denominó el adalid de la condena a la corrupción del gobierno de Samuel Moreno
y de Álvaro Uribe pero no asistió como senador al debate de control político
que le hicieron al entonces ministro de agricultura Andrés Felipe Arias por el
escándalo de AIS. Como alcalde no ha explicado porqué recibió 80 millones de
pesos de Lorena Suarez, asistente de los Nule. Nombró en su gobierno a
personajes nefastos como Wilson Martínez Andrade, Alejandro Botero y Vladimir
Fernández, calanchines y/o exempleados del grupo Nule. No ha cancelado los
contratos de parqueaderos y grúas que tiene el mismo grupo con el distrito y
tampoco se ha pronunciado respecto del millonario contrato que tiene Aguas
Kapital con el acueducto. Ha hecho 53.984 contratos por $1,9 billones y de
éstos el 75,1% ($1,4 billones) han sido adjudicados a dedo, o sea sin
licitación pública, y como si eso fuera ya poco, su esposa, suegro y concuñado
tienen contratos con la empresa de acueducto y otras entidades distritales. No
fue gratis que Daniel García Peña, exdirector de relaciones internacionales de
la alcaldía, le escribiera en su carta de renuncia "Un déspota de
izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota". ¡Un hampón es lo
que es! dice en su página web que creció en casa de bareque y lavando ropa pero
ahora quiere subir a estrato 6 al mejor estilo de sus coterráneos Miguel,
Manuel y Guido; y como ellos terminará vendiendo hasta su colección de gafas de
marca para pagar abogados. Ojala todavía hubiera suficientes Bogotanos como los
que sacaron a Jorge Eliecer Gaitán de la alcaldía por peatonalizar la séptima -
cosa que ya hizo este hijo adoptivo del Paráclito procurador y de la puta
Iglesia - para ver cómo le iba, para devolverlo a su Córdoba querida de una
patada en el culo y sin tiquete de regreso.
Bogotá cumple 474 años gobernada por un concejo
pusilánime e inútil. Todas las denuncias que se han hecho en contra del alcalde
han pasado inadvertidas ante este concejo de mentiras. No ha valido que el
mismo contralor de Bogotá le abra investigación, ni que desde la cámara de
representantes tilden su situación de “preocupante cuando menos”. Todo se le
pasa a este concejo de ciegos, sordos y mudos. Mudos como aquellos concejales
que se subieron a sus cargos levantando la voz por las minorías pero
callaron ante la arbitrariedad de la que fue víctima la minoría taurina de
Bogotá. Hato de hipócritas y mentirosos. Políticos zalameros y rastreros, sigan
comiendo de la mano del déspota.
Con motivo del cumpleaños de mi querida ciudad
esta partida de bandidos y su sequito de esbirros empapelaron la ciudad con
carteles que invitan a celebrar la “diversidad” a través de festejos y
espectáculos. ¿Qué diversidad? La invasión, el destrozo, la rapiña. ¿Quién
celebra esta masacre?. ¡Imbéciles, Hipócritas!. Ellos y sus antecesores
acabaron con la ciudad y sus tradiciones, se robaron el espacio y el erario
público, acabaron con los cerros, contaminaron los humedales y taparon las
quebradas, manejan como simios, se comportan como cerdos, volvieron esta ciudad
invivible, inviable, insoportable. Son la lepra que carcome la cara de una
ciudad centenaria. Esa ciudad que cada día sufre su indolencia e imbecilidad.
No entienden el concepto de civilidad. No respetan ni ley, ni tradición. Viven
como parásitos intestinales aprovechándose de la riqueza de esta tierra para
permanecer anhelando tierras lejanas, quejándose del desorden y la suciedad que
ellos mismos producen. ¡Lárguense! les digo yo, acá sobran, dejen de robarnos
el aire, el espacio, la ciudad.
Bogotá cumple años sin una joya en su corona, sin
la espada que canta su himno. La Plaza de Toros la Santamaría es ahora otra
cuenta en el collar de medidas populistas del inepto alcalde. Por cuenta de sus
alcaldadas en el magnífico coso Bogotano solo se ven espectáculos bobalicones y
lastimeros. Distracciones mediáticas cargadas de sentimentalismos baratos que
bien se venden al mejor postor, que siempre es el alcalde o uno de sus
esbirros, o al más pendejo de los espectadores. Nada que ver con las épicas
tardes que le dieron nombre y forma a la mejor Plaza de Toros de América, que
le otorgaron peso a esta ciudad en todos los rincones del medio taurino. Hasta
el nombre quiere cambiarle a la Plaza éste cordobés desterrado que se cree
Bogotano, ¡parasito! No merece pisar esa tierra. La Plaza es de Toros y se
llama La Santamaría, como su constructor y fundador, así la bautizaron en 1931
los Bogotanos y así se queda.
Por eso llámenme para celebrar el cumpleaños de
Bogotá cuando un Bogotano de verdad sea alcalde. Llámenme cuando como parte de
la celebración juzguen y condenen a los Nule, los Moreno, Los Velez, Los Uribe,
Los Peñaloza, Los Caicedo Ferrer, Los Petro y a toda esa jauría de hienas que
han devorado y siguen comiéndose esta ciudad. Ese día celebramos con pasillos y
bambucos, con ajiaco, fritanga y puchero, celebramos con gente culta,
celebramos los que queremos esta ciudad, celebramos en la Plaza de Toros la
Santamaría. Mientras tanto no me llamen que no hay motivos para celebrar.