lunes, noviembre 14, 2011

A LOS MUCHACHOS DE COLOMBIA por Fernando Vallejo






A LOS MUCHACHOS DE COLOMBIA

Por Fernando Vallejo


Muchachitos de Colombia:

Ustedes que han tenido la mala suerte de nacer, y en el país más loco del planeta, no le sigan la corriente, no se dejen arrastrar por su locura. Pues si bien la locura ayuda a sobrellevar la carga de la vida, también puede sumarse a la desdicha.

El cielo y la felicidad no existen. Esos son cuentos de su papás para justificar el crimen de haberlos traído a este mundo. Lo que existe es la realidad, la dura realidad: este matadero al que vinimos a morir, cuando no es que a matar, y a comernos de paso a los animales, nuestro prójimo.Porque nuestro prójimo también son los animales, y no sólo el hombre como creyó Cristo. Todo el que tenga un sistema nervioso para sentir y sufrir es nuestro prójimo: los perros, los caballos, las vacas, las ratas. Mis hermanos los perros, mis hermanos los caballos, mis hermanas las vacas, mis hermanas las ratas, que también hacen parte de Colombia. O sea de ustedes. O sea de mí.

En consecuencia no se reproduzcan. No hagan con otros lo que hicieron con ustedes, no paguen en la misma moneda, el mal con el mal, que imponer la vida es el crimen máximo. Dejen tranquilo al que no existe, ni está pidiendo venir, en la paz de la nada. Total, a ésa es a la que tenemos que volver todos. ¿Para qué entonces tanto rodeo?

La patria que les cupo en suerte, que nos cupo en suerte, es un país en bancarrota, en desbandada. Unas pobres ruinas de lo poco que antes fue. Miles de secuestrados, miles y miles de asesinados, millones de desempleados, millones de exiliados, millones de desplazados, el campo en ruinas, la industria en ruinas, la justicia en ruinas, el porvenir cerrado: eso es lo que les tocó a ustedes. Los compadezco. Les fue peor que a mí.

Y como yo, que un día me tuve que ir y justo por eso hoy les estoy hablando (vivo, a lo que parece), probablemente también se tengan que ir ustedes, pero ya no los van a recibir en ninguna parte porque en ninguna parte nos necesitan ni nos quieren.

Un pasaporte colombiano en un aeropuerto internacional causa terror: "¿Quién será? ¿A qué vendrá? ¡Qué traerá? ¿Coca? ¿Vendrá a quedarse?"No. No vinimos a este mundo a quedarnos. Vinimos a pasar como el viento y a morir. A veces ese viento al pasar hace estragos y tiene nombre: se llama Pablo Escobar, se llama Miguel Rodríguez Orejuela, se llama Carlos Castaño, se llama Tirofijo, se llama Gaviria, se llama Samper, se llama Pastrana. Aprendan mientras se van a ponerle nombres propios a la infamia.

Cuando yo nací me encontré aquí con una guerra entre conservadores y liberales que arrasó con el campo y mató a millares. Hoy la guerra sigue aunque cambió de actores: es de todos contra todos y ya nadie sabe quién fue el que mató a quién. Ni sabe, ni le importa, ni lo piensa averiguar, ¿porque para qué? ¿Para qué, si a ningún asesino lo van a castigar en el país de la impunidad? ¿Si nuestro primer mandatario va en peregrinación a los Llanos a abrazar a nuestro primer delincuente? como diciéndoles con la iniquidad de ese abrazo: "¡Maten, roben, extorsionen, destruyan, secuestren, pero eso sí, háganlo a cabalidad para que se queden con lo que queda de Colombia!"

Y aquí vamos, por estas calles de este país embotellado, por entre perros y niños abandonados, sacándoles el cuerpo a los baches, a las balas y a los impuestos del gobierno y de las FARC. ¿Pero hacia dónde vamos? ¿Adónde es que pretendemos llegar?Somos muchos y ya no nos soportamos ni cabemos. Nos hemos convertido en un estorbo para los demás, a los que nos les estamos bebiendo el agua, respirando el aire, contaminándoles los ríos, embotellándoles las calles. El aire se va a acabar, el agua se va a acabar, las calles ya no alcanzan y esos ríos fantásticos de Colombia que cuando yo nací vivían, bullían de peces, también ya los matamos. Hoy los ríos de Colombia son alcantarillas que van a dar al mar, un desaguadero de cloacas.

No se reproduzcan que nadie les dio ese derecho. ¿Quién lo pudo dar? ¿Dios? ¿Dios que es tan bueno y se ocupa de los niños y los perros abandonados que llenan las calles de Colombia? ¡Qué se va a ocupar! Dios no trabaja. Con eso de que el séptimo día se sentó a descansar... De los niños y los perros abandonados que llenan las calles de Colombia el que sí se ocupa es el Papa.

Yo he vivido a la desesperada, y se me hace que a ustedes les va a tocar vivir igual. Y un día me tuve que ir, sin quererlo, y se me hace que a ustedes les va a tocar irse igual. El destino de los colombianos de hoy es irnos. Claro, si antes no nos matan. Pues los que se alcancen a ir no sueñen con que se han ido porque adondequiera que vayan Colombia los seguirá. Los seguirá como me ha seguido a mí, día a día, noche a noche, adonde he ido, con su locura. Algún momento de dicha efímera vivido aquí e irrepetible en otras partes los va a acompañar hasta la muerte.

Fernando Vallejo. Bogotá, sábado 26 agosto de 2000




Texto tomado de: http://opusculosdeunperegrino.blogspot.com

Video. Primera parte Documental La Desazon Suprema. Retrato Incesante de Fernando Vallejo
Por Luis Ospina.

lunes, octubre 31, 2011

De las elecciones y Bogotá

Acerca de los comentarios que he leído por diferentes medios y las preguntas que me han hecho llegar algunos amigos respecto de la elección de Petro como alcalde de Bogotá deseo hacer públicas mis apreciaciones.


Quiero comenzar asegurando que yo, de tener la oportunidad, no hubiera votado por Petro. No por su condición de ex guerrillero, sino porque su voto a favor del nombramiento de Alejandro Ordoñez como Procurador General de la Nación fue un error. Error que ha determinado que libertades individuales como la no penalización de la dosis mínima y el aborto se hayan perdido o estén tambaleando, y que la iglesia católica se haya asentado como uno de los grandes legisladores en Colombia. Además ese voto, como lo aclaró Antonio Caballero en su columna de la semana pasada, le abrió las puertas del partido conservador y sus votos. Situación que me parece altamente comprometedora para el líder de un partido que se llama a si mismo “progresista”. Yo se que así es la política, no soy ningún ingenuo, pero eso no significa que esas alianzas me tengan que gustar.

De todos los comentarios que he leído acerca de Petro solo puedo concluir que Colombia ni va a tener, ni merece la paz. Se que no hay suficientes balas en este planeta para que con políticas guerreristas se pueda acabar con “los malos” en Colombia. Se que el único camino es el dialogo y el perdón, y que sin estos Colombia nunca va a estar en paz. Sin embargo, los veo comparando a Petro con Garavito, señalando el fin de Bogotá y repartiendo bendiciones y pésames como en un funeral, totalmente incapaces de dejar atrás la historia. Sinceramente no veo detrás de esos comentarios sino rencor y odio, o sea la misma receta que hace 200 años nos trae por el camino de la violencia y la pobreza. Odios y rencores que mientras sigan arraigados en las mentes y corazones de los colombianos no permitirán que el país pueda llegar a tener paz. Créanme que no estoy pontificando, es un hecho que no hay otro camino. Aclaro de una vez, yo no excuso los motivos que Petro haya tenido para haber sido guerrillero pero se qué hace 21 años estuvo en un proceso de paz, que fue constituyente, senador y candidato presidencial, y que al final siempre ha demostrado, a pesar de los errores, ser más integro que otros que gozan de más popularidad.

Respecto de una pregunta que me hicieron de si estoy feliz. Sí, estoy feliz, pero no porque Petro haya quedado alcalde, sino porque el inescrupuloso partido verde se hundió junto con Peñaloza, Garzón y la cruz uribista a cuestas. Feliz porque a Gina Parody esta vez el oportunismo no le dio frutos. Feliz porque los pseudo delfines Galán y Luna se quedaron con las manos vacías. Y feliz, finalmente, porque los bogotanos se dieron cuenta que no fue solo el polo sino también el uribisimo en el consejo quienes desangraron Bogotá y lo cobró en las urnas. Claro que no todo es felicidad, estoy triste y me preocupa que en Bogotá haya un abstencionismo tan alto y que el alcalde electo tenga vínculos tan fuertes con fuerzas oscuras como el partido conservador y por ende con la iglesia católica. Me entristece la suerte que corrió Mockus por ambicioso y estúpido, porque al final el tipo, sí, es muy torpe pero no tiene mancha encima y eso es mucho en un político colombiano.

Finalmente quiero decirles a todos aquellos que me han enviado mensajes tristes, felices, de odio, rabiosos y/o desesperanzados que no importa quien suba a la alcaldía si el cambio no arranca en cada uno de los ciudadanos. Si ustedes, habitantes de Bogotá, no empieza por entender que las libertades individuales van hasta donde los derechos de los demás comienzan, si no logran entender que la convivencia NO se construye a partir de “el vivo vive del bobo” y que el camino para construir ciudad es único y se llama civismo, no habrá – al igual que con las balas- suficientes leyes, alcaldes, concejales, policías y/o funcionarios públicos que saquen a Bogotá del hueco en el que se encuentra. Así que dejen de quejarse, compónganse y pregúntense:
Yo: respeto hago fila en Transmilenio?, Dejo salir primero a los que bajan?, boto basura en las calles?, respeto la fila del semáforo?, parqueo en los andenes o sitios prohibidos?, uso los paraderos de buses?, cruzo y respeto la cebra?, uso los puentes peatonales?, hago de la vía pública un baño?, doy paso en el trancón?, uso con moderación el pito de mi carro?, Uso asertivamente mi carro?, cumplo con los límites de velocidad?, Respeto las señales de tránsito?, “me doy en la jeta con quien sea” por Millonarios / Santafé?, doy prelación a los peatones y ciclistas?, uso la cantidad de agua que necesito?, denuncio ante las autoridades competentes las posibles irregularidades de los entes distritales?, recibo y pago las multas de tránsito?, reciclo?....

Si respondió a alguna de estas preguntas al contrario de lo que su conciencia le dicta, le juro que nadie, ni siquiera el mismo Peñaloza o Parody, ni mucho menos Petro, van a ir hasta su casa a enseñarle como realmente debería estar comportándose. Así que no espere que alguien más haga su trabajo, comience por casa y haga de Bogotá un lugar mejor.

domingo, enero 23, 2011

Respecto de la corrida del 23 de Enero en la Santamaría.

Tal como lo indica el diccionario Apoteosis significa elevar a una persona común a la calidad de dios dado un evento o cualidades excepcionales. Así sucedió con Heracles quien siendo hijo de Zeus y Alcmena, o sea un mortal, fue elevado a la calidad de dios después de cumplir con 12 extenuantes trabajos en castigo por haber matado a sus hijos y a dos de sus sobrinos. Es claro entonces que la calidad de apoteosis se da cuando un común – como nosotros – hace de su obra un evento por fuera de lo común y que permite que, sin lugar a dudas, sea elevado a la calidad de un dios.

Los comunes mortales que ha sido elevados a la calidad de dioses del toreo han sido muchos: desde Belmonte y Joselito a principios del siglo XX a figurones de todas las épocas como Manolete, Luis Miguel Dominguín, Paco Camino, El viti, Paquirri, José Mari Manzanares, El niño de la Capea, Espartaco, Rincón, Ponce, Tomás y muchos que se me escapan ahora. Todos, sin excepción, cuajarón gestas que se tallaron en piedra en los anales de la tauromaquia mundial, como aquella tarde del 6 de Julio de 1944 en la que Manolete dio muerte al toro sobrero de Pinto Barreiros llamado “Ratón” o aquella Feria de San Isidro cuando Rincón abrió la puerta grande de las Ventas 5 veces consecutivas.

Como aficionado al toreo y con 24 años de constante aprendizaje, he desarrollado un particular gusto por lo tradicional y puro. Con esta fe he defendido las peleas justas y diáfanas que se dan dentro de un ruedo cuando un hombre y un toro se enfrentan en franca lid en pos de la demostración más pura del arte taurino de la muerte. Siempre he defendido con ahínco y ferocidad la fiesta de los toros y encuentro particularmente vigorizante enfrentarme a discusiones donde un argumento, tan claro como la pelea justa y equitativa que se da en el ruedo, hace desistir incluso al más férreo de los contradictores de la fiesta.

Hace 56 años no se otorgaba un rabo en la monumental plaza de toros de Bogotá, no porque no se quisiera o no se pudiera. En el coso bogotano se presentaron - casi sin excepción - todos aquellos grandes toreros que nombré anteriormente, con sendas presentaciones que bien hubieran podido representar mayores trofeos pero siempre la exigencia de esta plaza fue alta - No es gratuito el hecho de que la Santamaria sea una de las cinco plazas en el mundo donde se puede confirmar alternativa -.

Viendo la significancia de la palabra Apoteosis, admirando las verdaderas apoteosis de aquellos que han hecho de esta afición un arte y partiendo del principio de la pelea justa puedo asegurar que lo de ayer en la Santamaria no fue no fue ni mucho menos una apoteosis - si acaso una buena actuación de un buen torero como Pablo Hermoso de Mendoza - pero sí la cruel demostración de la ya conocida caída en picada de una plaza otrora grande.

Para mi es claro, como lo dije antes, que la pelea en el ruedo debe ser justa y ayer los dos toros que le correspondieron a Pablo Hermoso de Mendoza estaban, como se dice en el argot taurino, afeitados. O sea, sus armas de defensa: cachos, pitones, etc, habían sido reducidos (limados) con el objetivo único de no hacer daño a los caballos. Daño que perfectamente hubiera podido causarse ya que en ambos toros, y a pesar de la indiscutible maestría de Hermoso de Mendoza, estos envistieron a por lo menos 3 caballos. Situación que, de haber sido justa la pelea, habría determinado no solo el final de la lidia sino el abucheo por parte de la concurrencia, y me limito a explicar esto con los incidentes acaecidos con el rejoneador colombiano Jorge Enrique Piraquive en la corrida del 31 de Enero de 2010. Muy a pesar de esto, la plaza, mi amada plaza, de Santamaria no tuvo en cuenta la falta de peligro de los animales y otorgó un premio que solo se da en faenas extraordinarias. Yo se que aquí me interno en terreno fangoso, pero creo que es justo explicarlo: es cierto que los caballos y la monta de Hermoso de Mendoza son excepcionales, es cierto que los toros no eran los mejores para la lidia de rejones (poco recorrido y falta de fijeza), es cierto que ligó y templó magníficamente, es cierto que no corrió, como otros rejoneadores, en línea recta por el primer tercio de la plaza, es cierto y lo reconozco que es un gran rejoneador. Pero el hecho que Hermoso de Mendoza pueda demostrar estas cualidades no es elemento suficiente para otorgar un trofeo que es reservado para los grandes cuando los toros que lidió estaban en desventaja y aún más cuando esta “disminución del peligro” determinó que sus caballos no salieran heridos y por ende que su faena fuera un fracaso.

Las bases del toreo son claras y ayer las condiciones del toro no eran las justas para una pelea en el ruedo de un coso como el de la Santamaria. Por qué? Bueno puedo hundirme de lleno en ese pantano que es el manejo comercial de la plaza, por ejemplo podría suponer que Hermoso de Mendoza exigió que afeitaran los toros para evitar daño a sus caballos por ser esta una plaza “no española”, donde no se lo permitirían, o algo por el estilo pero esas serán meras suposiciones. El caso es que el peligro no era el justo y a pesar de esto se le dio la nota máxima, por encima de dioses del toreo con faenas de las grandes como ya expliqué, a una buena faena que no tuvo mayor connotación y que fuera de unas cuantas piruetas - dignas de una arena de caballos pasofino, que por cierto abundan en Colombia – no tuvo mucho más de lo que se le exige como norma a un buen rejoneador. En pocas palabras, si la regla con la que se midió ayer se hubiera aplicado a tantas faenas anteriores, por lo menos la corrida de 1996 con Cesar Rincón, Enrique Ponce y Vicente Barrera de toros de Torrelaba y Torreestrella hubiera terminado con 4 rabos.

Mi explicación no es otra que el desconocimiento de las reglas de juego y la falta de exigencia de una afición que sigue dejándose deslumbrar con cuentas de vidrio, como nuestros antepasados. Este rabo mal concedido es otra muestra del “música, música” que se oye todas las tardes, los chiflidos cuando se pica “un poco más de lo esperado” al toro, los aplausos unísonos al compás de la música, la falta de respeto por los himnos, y otras tantas decepcionantes actitudes de los aficionados bogotanos. Mi concepto: la afición de la plaza de Santamaria va en picada con tendencia a parecerse a tantas plazas colombianas donde hay tardes de 12 orejas o rabos a faenas con apenas un atisbo de merecimiento y muchas falencias – como la de ayer -.

Llámenme purista furibundo pero de ayer me quedan las dos faenas de Bolívar y las fotos de un trofeo que era digno de un dios como Manolete y no de un mortal como Hermoso de Mendoza.