lunes, octubre 31, 2011

De las elecciones y Bogotá

Acerca de los comentarios que he leído por diferentes medios y las preguntas que me han hecho llegar algunos amigos respecto de la elección de Petro como alcalde de Bogotá deseo hacer públicas mis apreciaciones.


Quiero comenzar asegurando que yo, de tener la oportunidad, no hubiera votado por Petro. No por su condición de ex guerrillero, sino porque su voto a favor del nombramiento de Alejandro Ordoñez como Procurador General de la Nación fue un error. Error que ha determinado que libertades individuales como la no penalización de la dosis mínima y el aborto se hayan perdido o estén tambaleando, y que la iglesia católica se haya asentado como uno de los grandes legisladores en Colombia. Además ese voto, como lo aclaró Antonio Caballero en su columna de la semana pasada, le abrió las puertas del partido conservador y sus votos. Situación que me parece altamente comprometedora para el líder de un partido que se llama a si mismo “progresista”. Yo se que así es la política, no soy ningún ingenuo, pero eso no significa que esas alianzas me tengan que gustar.

De todos los comentarios que he leído acerca de Petro solo puedo concluir que Colombia ni va a tener, ni merece la paz. Se que no hay suficientes balas en este planeta para que con políticas guerreristas se pueda acabar con “los malos” en Colombia. Se que el único camino es el dialogo y el perdón, y que sin estos Colombia nunca va a estar en paz. Sin embargo, los veo comparando a Petro con Garavito, señalando el fin de Bogotá y repartiendo bendiciones y pésames como en un funeral, totalmente incapaces de dejar atrás la historia. Sinceramente no veo detrás de esos comentarios sino rencor y odio, o sea la misma receta que hace 200 años nos trae por el camino de la violencia y la pobreza. Odios y rencores que mientras sigan arraigados en las mentes y corazones de los colombianos no permitirán que el país pueda llegar a tener paz. Créanme que no estoy pontificando, es un hecho que no hay otro camino. Aclaro de una vez, yo no excuso los motivos que Petro haya tenido para haber sido guerrillero pero se qué hace 21 años estuvo en un proceso de paz, que fue constituyente, senador y candidato presidencial, y que al final siempre ha demostrado, a pesar de los errores, ser más integro que otros que gozan de más popularidad.

Respecto de una pregunta que me hicieron de si estoy feliz. Sí, estoy feliz, pero no porque Petro haya quedado alcalde, sino porque el inescrupuloso partido verde se hundió junto con Peñaloza, Garzón y la cruz uribista a cuestas. Feliz porque a Gina Parody esta vez el oportunismo no le dio frutos. Feliz porque los pseudo delfines Galán y Luna se quedaron con las manos vacías. Y feliz, finalmente, porque los bogotanos se dieron cuenta que no fue solo el polo sino también el uribisimo en el consejo quienes desangraron Bogotá y lo cobró en las urnas. Claro que no todo es felicidad, estoy triste y me preocupa que en Bogotá haya un abstencionismo tan alto y que el alcalde electo tenga vínculos tan fuertes con fuerzas oscuras como el partido conservador y por ende con la iglesia católica. Me entristece la suerte que corrió Mockus por ambicioso y estúpido, porque al final el tipo, sí, es muy torpe pero no tiene mancha encima y eso es mucho en un político colombiano.

Finalmente quiero decirles a todos aquellos que me han enviado mensajes tristes, felices, de odio, rabiosos y/o desesperanzados que no importa quien suba a la alcaldía si el cambio no arranca en cada uno de los ciudadanos. Si ustedes, habitantes de Bogotá, no empieza por entender que las libertades individuales van hasta donde los derechos de los demás comienzan, si no logran entender que la convivencia NO se construye a partir de “el vivo vive del bobo” y que el camino para construir ciudad es único y se llama civismo, no habrá – al igual que con las balas- suficientes leyes, alcaldes, concejales, policías y/o funcionarios públicos que saquen a Bogotá del hueco en el que se encuentra. Así que dejen de quejarse, compónganse y pregúntense:
Yo: respeto hago fila en Transmilenio?, Dejo salir primero a los que bajan?, boto basura en las calles?, respeto la fila del semáforo?, parqueo en los andenes o sitios prohibidos?, uso los paraderos de buses?, cruzo y respeto la cebra?, uso los puentes peatonales?, hago de la vía pública un baño?, doy paso en el trancón?, uso con moderación el pito de mi carro?, Uso asertivamente mi carro?, cumplo con los límites de velocidad?, Respeto las señales de tránsito?, “me doy en la jeta con quien sea” por Millonarios / Santafé?, doy prelación a los peatones y ciclistas?, uso la cantidad de agua que necesito?, denuncio ante las autoridades competentes las posibles irregularidades de los entes distritales?, recibo y pago las multas de tránsito?, reciclo?....

Si respondió a alguna de estas preguntas al contrario de lo que su conciencia le dicta, le juro que nadie, ni siquiera el mismo Peñaloza o Parody, ni mucho menos Petro, van a ir hasta su casa a enseñarle como realmente debería estar comportándose. Así que no espere que alguien más haga su trabajo, comience por casa y haga de Bogotá un lugar mejor.