jueves, julio 06, 2006

Cuando un amigo se va.

Sin contar el susto previo a la cirugía de mi papá creo que la ida a Bogotá deja un excelente balance porque me vi con quien quería verme y estuve con quien quise estar. Bueno a excepción de algunas personas que no pude ver pero unos cuantos días no alcanzan para mucho y más si se tiene en cuenta que estuve la mitad del tiempo metido en el hospital.

Sin embargo y muy a pesar mío tuve que darle la despedida muy anticipada (casi dos meses antes) a un muy buen amigo que se va del país. De una u otra forma es uno de los cientos de compatriotas que toma camino y salta el charco esperando encontrar algo diferente. No es el discurso de siempre: que el país está fregado, que la plata no alcanza, que el trabajo, que la violencia, etc, etc, etc, obvio que eso influye pero no lo es todo. Sus motivos son otros y basta con que los conozcamos los amigos. El hecho es hacer memoria, recordar los buenos y malos momentos y rendirle un pequeño homenaje a ese gran amigo que se va.

Este personaje, más conocido como el “Churro”, es amigo de adolescencia. Es la chispa de todo lo bueno y lo malo que ha tocado al grupo. Desde siempre fue bebedor y fumador empedernido, tomando el alcohol y el cigarrillo como capa y espada nos llevo por el mal (el buen, en realidad) camino de las delicias paganas. Consumado lector, buen escritor y distinguido caballero de la real academia del “hablar mierda”, es capaz de conversar por horas de cualquier cosa con la mejor sátira ácida y excelente humor, aun mejor si es al son de copas y botellas. Anacrónico de acuerdo al estándar pero positiva influencia intelectual, existencialista y nihilista. Es autor de apodos, ultrajes, ruinas, formas de hablar y de frases que marcaron un hito como: “No me toque” o “Trabaje pobre”. Billarista de los buenos y futbolista de los vagos, adicto al grundge y sus líricas, siempre de negro y con un corte de pelo inmutable fue, ya antaño, un excelente anfitrión de todo tipo de reunines y de una que otra escapada amorosa de sus amigos. Si esa casa hablara, no?

Compañero eterno de bebetas, borracheras, tusas, paseos, “viajes”, noches extremas, y cuanta cosa autodestructiva se nos ocurrió. Este tipazo nos lega un pasado plagado de buenos recuerdos y excelentes anécdotas indelebles e inmunes al tiempo, escritas con la pluma del mejor amigo que nosotros, hato de desadaptados, pudimos conseguir.

Gracias “Churro” querido, feliz viaje. Por favor no te dejes morir congelado.


T – 2 y el grupo miseria se disuelve en el mar del tiempo, pero al igual que las gotas de tinta en un vaso de agua, de alguna forma siempre estaremos conectados. Somos un monada (tal vez con g inicial), nos compone todo lo bueno y todo lo malo, la célula original, el “Aleph”.

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